miércoles, 5 de marzo de 2008

¡Silenciad ya mismo esas voces!

Basta de estupideces y estupidos que las dicen. Basta, díganle basta a los grupos babeantes que van chorreando sus jugos por las calles de nuestra ya suficientemente mugrosa ciudad en busca de un ideal inexistente (porque hay que decir las cosas, acá no valen las mediatintas) de paz y justicia. ¿De qué justicia me hablan? Porque su justicia no es justicia, si no una tiranía de la ignorancia y la caprichosidad. Con esto no quiero decir que las justicia de los otros, la que está instituida sea, por decirlo de alguna forma, más justa, pero ciertamente que está sobre pilares muchos más firmes. Mucho más viles también, pero el que no haya pecado que arroje la primer piedra.

Y no veo ninguna piedra por acá.

Callen la boca al idiota que habla de libertad y paz, y se tira a descansar en su cómodo sillón, que ya bastante caro le salió a su respectivo padre. A ese va a ser el primero que lo van a gasear, por idiota.

Señores, y esto ya se los he dicho, ¡NO ES TIEMPO DE PAZ! Es tiempo de angustia, de horror. Necesitamos hombres fuertes, mujeres tenaces, no lacrimosos niños que piden por su comodidad burguesa como si fuese la teta que los amamantaba. Y no sólo es tiempo de angustia y horror existencial, metafisico, no mis señores, ahora más que nunca los rumores de guerra y perdición se oyen cada vez más fuertes, avanzando con pasos firmes hacia nuestros hogares.

Escuchen, escuchen ¿vieron? Ahí están, y no van a retroceder, no en tanto y en cuanto nada los haga retroceder ¿O acaso alguno de ustedes va a levantarse en armas contra eso? No, no lo creo. Hipócritas y maricones, todos maricones. No hay nada que hacer. Pero difícilmente alguien lo admita, así que los cascotes van a venir hacia el autor de este humilde texto, que sólo dice un par de verdades innegables, pero tan innegables, que pocos van a tener el valor de admitirlas.

Es hora, camaradas, enemigos, o lo que se declaren ustedes, la era del gas…llegó más pronto de lo que pensábamos.



Ing. Edgardo Apolinario Muñiz