sábado, 9 de agosto de 2008

Fragmentos...

(..)E irremediablemente se levantó, y siguió caminando, decía que iba a la Facultad, o al menos eso le dijo a Estanislao para escapar de la responsabilidad de tener que esperar la muerte de la Virgen del Peneo.

Y fue a su casa.

Extenuado por el aleteo femenino en su cabeza y el olor a órganos genitales poco higiénicos sumado al ya olor a azufre que caracterizaba a los que padecían la enfermedad, se desplomó sobre su catre. Era una habitación chica, en una casa aún mas chica, un PH como insistían en llamar los Señores Inmobiliarios, maestros en dominar el lenguaje a favor de sus bolsillos tintineantes.

Las arrugas de su frente se relajaron llegando a un estado casi extático en el que podía sentir todos sus músculos amoldándose a las innobles formas del colchón barato. Despacio, despacio, su cuerpo se hundía en una oscuridad penetrante, calida a pesar del frío que rodeaba a su cuerpo, la humedad, los gritos en guaraní de la pensión, o algún otro idioma de negro espíritu. No cae en el vacío que se abre, se mantiene en el borde del precipicio, lo suficiente como para ver el fondo del pozo que descansa a sus pies, y lo tienta. Escupe dentro, espera a escuchar el ruido al final…no lo oye y pronto se olvida de ello. Se sienta ahí, espera, espera a volver a tomar conciencia de su cuerpo, volver a estar en el colchón apestado de pulgas de su habitación. Facilmente se torna aburrido tanta oscuridad, esa ceguera que sabe momentánea es insoportable y la situación se vuelve abstracta al punto del hartazgo. Se esfuerza por despertar…

Y una pulga lo mordió. Tres puntos, a una distancia de espectacular simetría entre cada una de ellos. Se rasca donde y acomoda su cuerpo en posición fetal. Muy poco duró su comodidad, recordó estar vestido, con los botines y las medias húmedas. (...)


Eugenio Gálvez


3 comentarios:

Unknown dijo...

Es demasiado exagerado describir dicha situación así.
Nada tan simple como la incomodidad.
Y lo que lo hace tan misteriosa es precisamente la ausencia de palabras y de descripción.
Las miradas de impotencia a las sabanas rotas..., la almohada que no fué...

Filth_Pig dijo...

Me parece que Eugenio no quiso hablar sobre la incomodidad.
Le recuerdo señorita que todo se cree llevar por delante, que es un fragmento. Y haber si usted sabe de qué enfermedad habla el joven Gálvez, sabe lo que es estar al borde del abismo existencial.
Atte.
Ing. Edgardo Apolinario Muñiz

Etrhos dijo...

Por un lado veo un desdén a esa vida, a ese todos los días, un desacuerdo. Se traiciona sin embargo en el modo, en la fe hacia uno mismo de la que es producto el texto, incapaz de escapara a otro punto de vista, incapaz de salirse de uno mismo, encerrado en el cuerpo a criticar.
Muy apropiado y directo, me gustaría sin embargo, leer otras miradas.