miércoles, 16 de abril de 2008

Los Gorriones

Me lo contó Ines, chaqueña residente en villa Pineral...un satélite de la liberal ciudad de Caseros.
Ine tiene el envidiable oficio de trabajar en alguna dependencia ministerial que la envia en una vetusta y firme ford F 100 a recorrer el gran Buenos Aires a inspeccionar cosas que aquí y ahora no interesan. Envidia la mía, que preciso y disfruto de ver mi aldea.
Ella, como muchos, mira el cielo no tan solo para ejercitar el cuello. Y mirando el cielo y las copas de los árboles, y los bordes de los paredones de las fabricas y los techos de las casas bonaerenses, aprendió a amar a los pájaros. Nada que se preste a la rima romántica o a la metáfora de power point...ella gustaba de observar los pájaros en su loca y suicida convivencia con el mundo humano. Y saber mirar hace crecer la razón.
Entonces, Ine sabía y admiraba la potente combatividad, astucia y mutabilidad de los gorriones suburbanos. Raza popular y paisaje de la nación urbana. Esos gorriones, que picoteaban migas de alfajores en el sucio galpón de la terminal del colectivo 620, sabían hacerlo.
Migas que caían sobre el suelo con aceite, barro y gasoil...y eran engullidas con salud y alegría por los piquitos voraces de los gorriones.
"Adaptados al medio ambiente" surge como primera revelación de esta noticia.
Pero no.
Lo que Ine, mujer valiente y atenta, contaba era su horror.
Porque ayer por la tarde, en un paraje urbano, cerca de la estación de Munro, pudo observar a niños de estadísticas sociales, jugando, en medio de la niebla pútrida del humo de estos días, entre divertidos y atónitos, con gorriones...gorriones en las manos. Cientos de ellos de vuelo corto…atontados, camino a la muerte sin gesto, tristes de sentir que la muerte no llego por un oportuno hondazo…o por algún gato atorrante y vivo.
No.
Nunca más gris el final del ave gris.
El aire trajo la muerte...
Y el incipiente sol que hacia avanzar la mañana mostró los infantiles planes de algún guiso, seguramente con la polenta del plan municipal.
Ine, respiró de su cigarrillo. Y dijo:
-El día que las cucarachas comiencen a morir...ya va a ser tarde para llorar o putear.
Creo, Ingeniero, que necesitaba contárselo. Suena a señal ver el cielo de nuestra vida actual tan humanamente sucio. Marcho a pensar en el asunto.

Prometo volver.

El Astrologo

1 comentario:

Vera ^_^ dijo...

Gorriones o no, siempre supe que cuando la cosa se pusiera más dura, los frágiles iban a caer primero.. y estos días me dí cuenta de que todas las durezas de la vida no te hacen zafar de las filas de la debilidad, por el contrario.
Asusta sentir la voluntad astillarse bajo el peso de la opresión general, asusta descubrirse a la intemperie frente a lo colectivo. Saberse tan dependiente de aquel al cual se reconoce como enemigo.
Ya es dificil conseguir agua, ahora se vuelve cada vez más dificil conseguir aire.
El respeto por la vida es cada vez menor..

Y de que sirve el gorrión?
Los libres no sirven a nadie..

Saludos, y dejen de echar gas por favor..